ESG: pasar de los compromisos a las métricas

Las métricas ESG sirven incluso cuando son imprecisas o cualitativas como elemento motivador.

Ya decía Peter Drucker: “A menos que determinemos qué se medirá y cuál será el criterio de medición en un área, el área en sí no se verá” (1). En 1955, el austríaco definía, además, la “responsabilidad pública” como una de las ocho áreas de gestión para las cuales deberían ser establecidos determinados objetivos (2). Hoy día, Drucker seguramente estaría preocupado con la falta de rigor y visibilidad en la medición de los aspectos ambientales, sociales o de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) y, peor, el descompás entre la “mediocridad segura” (3) de nuestra mejora frente a los enormes y crecientes desafíos y oportunidades ambientales y sociales.

Crecen también el escrutinio y la demanda de la sociedad, especialmente inversores y reguladores, por una economía baja en carbono y más sostenible. En este contexto, las nuevas regulaciones e inversiones que consideran aspectos ESG representan una enorme oportunidad, pero también riesgos y responsabilidades para las empresas y el sector financiero. Suponen también un aumento de la transparencia. En Europa y otras jurisdicciones, los productos financieros de un lado y las empresas de otro están obligados a informar sobre aspectos ESG, aunque normalmente sin tener objetivos de mejora.

Por otro lado, ESG, “verde” o “sostenible” son también etiquetas para calificar la oferta: desde fondos de inversión y bonos a coches o, incluso, la leche. Sin embargo, esa oferta no es siempre sostenible y todavía muy pequeña. Las emisiones de deuda sostenible, por ejemplo, incluyendo bonos verdes, sociales y otros, sumaron 863.000 millones de dólares en 2022, pero representan sólo un 5% del mercado global de bonos (4). El greenwashing y la falta de entendimiento de los aspectos, objetivos, métricas y datos relacionados con ESG parecen crecer más rápido que la mejora real, igual que la crisis climática.

Como en casi toda evolución normativa corporativa, las obligaciones normalmente empiezan por una mayor transparencia, políticas y estrategias. No obstante, ya es hora de pasar de las presentaciones, informes o rátings confusos a las métricas y, finalmente, a objetivos de mejora. Sin métricas ESG es difícil mejorar la sostenibilidad de una empresa –o de una inversión– y demostrarlo de manera objetiva a inversores, reguladores y a la sociedad en general. Pero es también importante entender sus limitaciones, incertidumbres y detectar errores o, literalmente, engaños.

Verificación independiente

Si nos centramos en la crisis climática, el Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD) del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB) recomienda que las empresas establezcan un gobierno corporativo, estrategias y gestión de riesgos, pero también objetivos y métricas para gestionar y reducir sus emisiones. Si avanzamos a los compromisos de emisiones netas cero, el Grupo de Expertos de Alto Nivel de Naciones Unidas, indica en su informe “Integrity Matters” que las métricas y objetivos deben además estar verificadas por una tercera parte independiente.

Es hora de pasar de “buenas intenciones y epigramas brillantes”, por seguir con Drucker (5), a objetivos y a la acción. Las métricas ESG –como son las emisiones de CO2, la huella de agua, las tasas de accidentes laborales o la brecha salarial– sirven incluso cuando son imprecisas o cualitativas, para motivar la mejora, la innovación y soluciones a desafíos como la crisis climática, la pérdida de biodiversidad o el respeto por los derechos humanos en todo el mundo.

La buena noticia es que hay una confluencia de iniciativas, estándares y regulaciones, desde los indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los estándares voluntarios GRI o SASB, a la Directiva Europea de Información sobre Sostenibilidad Corporativa, pasando por nuevas normas internacionales.

Marcio Viegas, Fundador y director general de SUST4IN, investigador y profesor invitado en varias instituciones

Tribuna publicada en Expansión, el 23 de marzo de 2023

https://www.expansion.com/opinion/2023/03/22/641b2e9ce5fdea48588b4637.html

(1) DRUCKER, P. Management. Collins; Revised edition. 2008

(2) DRUCKER. P. The Practice of Management. Routledge. 2007

(3) Idem

(3) CLIMATE BONDS INITIATIVE. Green and other Labelled Bonds Held Market Share in 2022 Amidst Fall of Global Fixed-Income. 31 January 2023. https://www.climatebonds.net/resources/press-releases/2023/01/green-and-other-labelled-bonds-held-market-share-2022-amidst-fall 

(4) DRUCKER. P. The Practice of Management. Routledge. 2007

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